Lo que me desarma es imaginarme,
solo imaginarme y tener que aceptar las explicaciones lógicas,
Mi nueva razón es casi tan absurda,
como mi antigua inconciencia.
Me condenas y no apelo,
debo conformarme y pensar,
Pensar (porque es ineludiblemente necesario)
Que todas las decisiones son sabias,
siempre y cuando,
No sean alteradas por el descriterio.
Las sumisas lágrimas caen sin desfigurar a los rostros sensatos,
La tibieza de la vida, se enfría y se cristaliza en gruesos corales!
Incorporándose a los mares muertos.
Las aves se fueron,
el sol bajó enfurecido,
La vida sigue absurda,
constante,
Hiriente...
(Los aves emigran, las jaulas siguen vacías) ¡Sin delirios!.
Debo confesar que a la razón no la quiero como a ti,
Me consume, me reprime, me hace odiarte,
Pensé en un final racional,
pero entendí…
Que no retengo la cordura,
Juego,
coqueteo de vez en cuando,
Pero pierdo interés,
A menudo le pido que se largue de aquí,
Conozco más sensata a la aturdida,
Honesta,
Vehemente,
Al divino delirio...
Me confundí al concluir sobre ti, (puede ser que quizás nunca te haya conocido).
Soledad Correa.
5 de marzo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario